jueves, 24 de septiembre de 2015






Cuando muera, seré más que estando vivo.


Rogelio Arce Barrantes.


Cuando muera descansaré en la tierra que me adoptó.
Dejar mi corazón en mi terruño, el resto de mis restos aquí mismo,
¿Pero qué es aquí mismo, dirá usted? Yo le responderé: aquí,
aquí y allá que es lo mismo, allá o acá son iguales


Los miles y miles de recuerdos se irán conmigo
Dejarán eso sí una pincelada, sobre aquellos que toqué
Ya no estaré entre vivos ni entre muertos, estaré allá
Allá es la eternidad, de donde vine y hacia donde me iré


¿Cuándo llega la muerte hay que llorar?
Si, se llora de emoción y de tristeza,
Por aquellos que quedan, por los que ya partieron


No dejes que me olviden vida mía,
Cuéntales esos cuentos que te dije
Entre tantas y tantas largas noches


Poemas libres 1-66





Poemas del 1-66



Dispersiones mentales





A esa Senhal





Rogelio Arce 





Senhal ceremoniosa que junto al peut,
lanzas esa mirada que penetra el fierro,
que calienta hasta las frías cumbres,
haces que mi alma tiemble de emoción,
mientras más te contemplo más lo siento,
sabes muy bien que eres un sueño que enajena,
un pensamiento que corroe mi alma y despierta en mi pasiones tan diversas.
Sigue esperando que yo largamente lo hago,
sin importar que pase un día o un siglo,
que estés allá junto al tedio de siempre,
que esperas con ansiedad mis hojas,
esas hojas del arce que son símbolo, 
de otoñal emoción y sentimientos puros,
no las envío más que para que veas:  cuán lejos me has llevado Senhal mía.






2

¿A qué tanto pensar o suponer?





Rogelio Arce 






A qué viene en el mundo tanto leer y saber
Si lo mismo te irás muy solo hacia otro sitio
Donde no hay recuerdos ni sapiencia ni dolor
No habrá colores y recuerdos de este ser
Entonces para qué te afanas por tonteras 
Si vale igual inteligente o tonto ignorante
Que un lienzo pinte o una página llene de luz
Habrá perdido el tiempo en fútiles esfuerzos
No quedará recuerdo de tanto afán inmerecido
Gastado en expoliar la gaya ciencia encarnada
En iridiscentes resabios de la imaginación 
Plasmados en trozos de nubes veraniegas
Que van dejando tras de ellas un sinsabor 
Del tiempo ocupado en nimiedades de arte
Que quitaron al alma potencia para amarte
Cuánto envidio al sencillo campesino nuestro
Que vive ensimismado en sus labores diarias
Dejando a los sabios y entendidos desentrañar
Lo mucho o lo poco que se sepa o se ignore
Del entramado polvo estelar de millones de años
Que van continuamente regresando trasformados
En nueva vida y tras de sí una segura muerte
Deja las cosas transcurrir despacio sin pensar
Porque ese sabes es el fruto del bien y del mal 
Vive despacio como si no vivieras y muere lento
Confundiéndote con las marismas y los vientos




3

Callar no basta en el amor





Ignorar a quien en ti se inspira, musa,
no logrará tapar ese flujo de vibración,
que aún cuando lejos estemos nos atrapa,
nos sume en un sentimiento de esperanza,
que ambos sabemos lo lejos que estaría,
romper tabúes y cadenas que nos separan,
más te diré no temas amada musa mía,
que allá donde tú estás mi alma volará,
seremos un amor como en un cuento,
donde ambos viviremos en silencio la pasión,
podremos bailar juntos un vals sin fin por el planeta,
no temas que lo mismo que tú sientes,
es lo que siento yo muy dentro de mi ser.




4


Fruto del Edén prohibido.



Rogelio Arce 





Revelar tus secretos escondidos tras tu ropaje
parece un imposible con que tu alma se quiere y
rebela, dejando poco a la imaginación por develar
esas cimas y simas que gloriosas se muestran
en el otoño de tu vida o vertidas en fruto prohibido
dejando confundida mi atónita mirada que lo busca
para ingresar en ese mar prohibido doblemente.
Eres fruto prohibido por y desde el ayer sin futuro
lo sabes bien y yo también lo sé pero lo ignoro
pues deseo entrar en ese ignoto paraje de amor
que cada vez es más enajenarte y mayormente 
inquietud del sonido del mar en la noche del ayer
que se dispersa sin que se dispense por mi ser
no saber este secreto es quizá tu castigo y el mío
no encontrar la manera de decírtelo a solas y así
poder pasar del éter hasta el ser y pálpito carnal
envueltos en la bruma tibia del piélago oscuro 
con olor de marismas y de mundos secretamente idos
basta que sepas que las verdades son ocultas 
para aquellos que a fuer de no escuchar no las entienden
solo las almas verdaderamente inquietas logran amar
sea o no prohibido el fruto que a su mano se ofrece.






5


Musa lejana.



Miras sin ver a través de un papel
mi mirada se cruza con la tuya
de corazón a corazón se enciende 
una pasión extrañamente real
que cada hora crece y regresa.
En esa piel donde se ocultan tantos
sueños de amor imaginario tu
has querido mostrarte cuál tatuaje
donde mi barca quiere naufragar
apenas sospechar tu puedes ese
amor platónico de espesura lúdica 
que hace vibrar dos almas gemelas
que no están físicamente unidas
pero en éter sueñan apasionadas.
No es de temer los amores lejanos
que nunca se terminan ni se sabe 
de donde llegan ni por qué lo hacen
sigue soñando como yo lo hago
quizá la brisa nos acerque un día.





6

Musa el silencio contiene todo






Rogelio Arce Barrantes.  





Mujer de firmes carnes de matrona
Que de pronto devienes obsesión 
Sin conocerte te entras en mi mente
Me haces pensarte tanto sin aún
conocerte
¿Cómo sería si de verdad te viera?
Estás en el mejor momento de vida
Quizá no lo has pensado por prisa
Esa misma que arremangándose la brisa
Te pone en mil lugares de tu palacio
Y olvidas que se puede amar de lejos
Los mayores amores son amores lejanos
Nunca terminan y dejan siempre la esperanza 
De obtener sin saberlo un beso entre sueño
De amarse oníricamente con pasión
Despertar y buscar rastros de tu visita
Saber que estás pensando allá lo mismo 
Que yo pienso en mi cama en el silencio
No puede ser más real un amor presencial
Que el amor platónico que has despertado en mi.









7


Entre Escila y Caribdis.












Mirarme en tus pupilas es entrar en tu alma,
dejar atrás la historia y emprender una vida,
reencontrar una musa que se había extraviado,
llenar de odas y elegías, himnos y canciones,
el infinito ir y venir de las olas que en su espuma,
adornan tu cuerpo como una Venus que sale,
al encuentro del amor y la esperanza de la vida,
huyendo de Vulcano: en Afrodita transformada.
Enciendes completamente con tus filtros de amor,
la silente tristeza de Kronos en Mercurio trasformado,
tus ojos son ventanas que llevan hacia la eternidad,
cuántos desearían pasar por ellos hacia tu corazón,
más no es fácil faena lograr esa sutil transición,
por más que se disfracen de Escila y de Caribdis,
no pasarán por ese estrecho  introitus ad vitam.




8

Solo a ti musa adorada.







Rogelio Arce 





Las flores del invierno se opacan por la tarde,
mientras te sueño a mi lado señora mía,
no veo los colores de tus labios dibujados,
entre las largas sombras del crepúsculo,
la suave brisa suaviza tu sonrisa musa mía,
convierte la ansiedad en esperanza de mirarte,
mientras cierro mis ojos imaginándote,
tal como eres sin ningún opúsculo abreviado, 
ni creas que yo busco falsos pudores,
si lo que quiero es el perfume de tus sudores,
olor a la mujer que representas con tu todo,
sabes a mieles y a rosas silvestres enlazadas,
y los añejos geranios: huelen a tierra,
tú me acrecientas estos los deseos impúdicos,
entre tus tiernas risas e inocentes miradas,
qué poco tiempo me ha tomado adorarte,
largo es el tiempo que tendré para amarte,
cierro mis ojos y veo tu cristalina calma,
en tus ojos de miel queda eterna mi mirada estampada.





9


Libertad recobrada.













Las horas sin cesar avanzan entre rayos de sol amanecido,
pasas por mi lado sin querer pasar y sin querer quedarte,
deseando dejar tu aroma en el aire que flota y me envuelve,
como quien desea pasar sin parar y parar pasando,
miro en lontananza tu figura envuelta en la bruma del mar,
con las olas acariciando tu piel como manos gigantescas,
que te atrapan, que no quieren soltar ese níveo espejo dorado,
donde se mira el sol y se acicala la luna a escondidas,
tu cómplice mirada deja en mi la alegría cual dulce elegía,
como cántico de amor amanecido y soñado mil veces ayer,
ni quiero ni puedo ocultar que te lo canto a ti solamente mujer,
tápate los oídos con cuidado para evitar caer como guerrera,
que vas en busca de la tierra de leche y miel embelesada,
del amor ido y mil veces regresado desde el hirviente hades,
buscando eternamente la mirada escondida entre los siglos,
silencio que reconforta el alma: quita la obsesión y la adormece,
la paz regresa a mi mil veces agrandada en mítico secreto de los dos,
paz que devuelve el encanto perdido dejando libre un corazón al otro.


10

La ida.



Por encima del tronco del viejo roble,
te vas alejando como sombra de aquí,
dejaste huella, bella mía: eso lo sé,
cerraste el corazón por tu temor y 
se abrió el crepúsculo para dejarte ir,
los dos nos recordamos y nos extrañaremos,
allá donde tú vayas: allá donde yo esté,
no es posible romper el hilo que unió,
a nuestros corazones en un solo ser.



11


A Manuelita 



En ese pecho acomodó su rostro el libertador,
lo hiciste soñar con muchas batallas,
le diste victorias en su sufrimiento,
lo resucitaste para continuar: eres en verdad más musa que mujer y das,
al hombre el sueño necesario para seguir,
combatiendo utopías e inalcanzables sueños: aires de libertad.
Te recordarán como una concubina los mantuanos,
como una señora las gentes del llano.

12

El lecho de lo hecho.

Rogelio Arce

Soñé conquistando amores tirado en el lecho,
nunca sabré si lo viví o lo soñé,
si se sin duda que de una u otra forma,
de ese lecho salió victoriosa Venus,
emergiendo del mar entre la espuma,
después nunca jamás volvimos a vernos,
quedaría el recuerdo bordado en mi mente,
se que te llevaste mi alma tatuada a la tuya,
haber vivido o soñado pero si fue hecho,
después de lo hecho: dejaron el lecho.



13

Sin mi te fuiste y sin ti me quedé 






Rogelio Arce 





Te alejaste dejando mi corazón inquieto,
olvidaste que un día podría volver a ti,
ya no estabas de novia para volver acá,
tenías una mortaja para dejar la vida.
Quizá fue solamente recuerdo agigantado,
quizá no fue tan grande el efímero
amor, 
a veces con los años aumentamos las cosas,
quizá ni sucedieron como he creído yo,
y únicamente fue un asunto sin más,
que al saber que no habría otra oportunidad,
creí que había vivido lo que jamás 
viví,
ya no tendré que soportar el dolor que tú,
mágicamente has quitado de mi alma,
con solo repensar aquel momento que,
a través de un vidrio miré y miraste tu,
las pocas reuniones que vivimos no fueron,
más que vaga ilusión de juvenil pasión, 
que el paso a otros etéreos espacios terminó.


14


Busca la lucidez dentro del amor.



Escapando iba tras las horas,
deseando ser mayor porción de ayer.
metiéndose en los humus y los cúmulos,
llegando hasta la luz, solar quel sol alumbra.


Ábrete sésamo de los sesamerades,
ciérrate puerta del hades,
no dejes salir la luz, 
que irradia la oscura noche.


Notas que notas escribes y,
piensas que tienes ya el pienso,
crees que amaste a una amada.
sin haber sido tu amante: nada.


Ciérrate ante las noches oscuras 
que quieren hacerte caer entre las nubes
del ayer y del mañana, del hoy y del nunca fue,
siente lo que se apagó antes de haberse encendido.


No gastes tus sentimientos sin saber a qué,
a dónde, cómo o a quién: guárdalos para mañana,
ya llegará ese momento en que sin un sufrimiento,
puedas darte sin perder: encontrar lo que buscabas.


Quita de tu corazón aquello que nunca fue,
que solo tormentos trae sin merecerlos quizá,
deja las puertas abiertas para el ángel que vendrá,
en la vida todo pasa: y al final no pasa nada.











15
La viuda del coronel.





La sonámbula viuda que llora sin cesar,
la muy ritmica y suave pasión de su esplendor,
otoñal hermosura que se marchita al fin,
la viuda busca alguien con quien partir el pan.

La noche va dejando las sombras y llegando, 
levemente las luces que anuncian otro día,
anoche sufrió muchos estertores de tul,
entre los brazos firmes que la hacen soñar.

¿Quien dice que se puede vivir sin el amor?
Eso es vivir muriendo de pena y soledad,
es tener que sentir frustrado el porvenir.

La carne de la viuda, firme en su madurez,
siente que cada noche duerme para poder,
entrar en ese espacio de amor e insensatez.


16

El hombre sin ayer.




Bajo el sol deslumbrante, que causar su dolor,
el camina despacio entre el follaje verde-monte,
cada golpe que da su machete hacia abajo,
es un vivo recuerdo de que está vivo aun.

Mira siempre adelante, sin tener que perder,
el tiempo en los recuerdos que dejaron de ser,
su vida se acompaña de ese eterno hoy,
que vive dia tras día con fuerza sin querer.

Magia reconvertida de luz y eternidad,
el azul que acompaña sus jornadas del día,
da el golpe y da la vida intensamente asi.

¿Cómo poder estar eternamente ensimismado?
Si los que le preceden son los que van detrás,
y los que van detrás han terminado ya.


17

Institutriz y musa.






Ella condujo mi mano entre renglones,
dubitativa, temblorosa, inquieta e inocente,
me enseñó a unir letra con letra,
así pude escribir poemas y canciones.

¿Serán poesías, odas, elegías o alegorías?
Por tanto y tanto logré sentirme atado a su mirada,
pese a dejar de ver sus ojos por mil años,
quizá por eso son mis ordalías.

Sedujo al niño aquella institutriz,
¿O fue una musa entre papel y lápiz?
¿Quién sería el niño y quién la niña fue?

Dilema que el otoño se niega a esclarecer,
como todo secreto de amor que suele ser,
ignorado por ambos por miedo a perecer.


18

La noche lluviosa.






Rogelio Arce 






Mientras la lluvia cae cadenciosamente,
escucho las gotas deshacerse,
en largas notas silenciosamente,
mientras añoro el tiempo que se ha ido.

En medio de la noche, huelo la hierba,
siento el paso de los anocheceres,
como un resabio de dulces placeres,
así también se va la vida: despacio y sin sentir.

¿Cuál noche habrá quedado aquí olvidada? 
¿Cuál trémula caricia saboreada,
en mi piel tu piel habrá grabado?

Tarde que se va llenando de anochecer,
tantos recuerdos viven aun cautivos,
el sol nunca ha logrado desteñirlos.







19



El principio del fin.







Me dijiste una noche, después de haber bailado,
reído, compartido ese amor inocente: 
creo que necesitas libertad por ahora,
sos joven y quizá debas disfrutar más.


Sabía que vos sabias que había sido infiel,
que nublado de alcohol y deseo carnal,
entregué a otra lo que no fue de vos,
te enteraste lo sé, y tu enojo era real.


No quise decir nada, simplemente me fui,
esa noche pensé que quizá era mejor,
que al fin y al cabo había por ahí mucho amor,
¿a qué ignota hada me lanzarías, mujer?



Dejaste que pasara el tiempo sin decir,
pensaste demasiado lo que no hay que pensar,
años después hablando me lograste contar,
que habías roto tu alma sin poder decidir.




20

La musa que se ha ido.








La musa que se transformó: de mariposa a crisálida,
Dejó mi corazón muy trastornado,
Llevándome a ingresar dentro de mi, 
Huyendo de mirar con desagrado.

¡Ay ayeres!, que se van sin decirnos,
Lo breve que es la vida y su belleza,
Nos roban los minutos, las horas y los días,
Los meses y los años.

Oh musa ida de mi mente, 
La era de la tinta y del papel,
Te conservaba fiel en mi memoria.

Ni yo soy yo, ni tu eres ya la misma,
Nos hemos ido deshaciendo en bruma,
Solo somos recuerdos: penas y alegrías.





21

La estampa.







Encontré un día de estos en mi viejo baúl,
una sorpresa mía: una estampa amarilla,
recuerdo de cuatro décadas dejadas por ahí,
que me hizo sentir tristeza y soledad.



Creí haber olvidado tu sonrisa cómplice,
pensé que con los años uno borraba todo,
de la mente no pude sacarte sin saber,
que era correspondido desde el silencio.



Sin preguntarle a nadie, supe: no eras feliz,
aquello solo fue un brebaje de amor,
que tomaste apurada para poder vivir,
esa ausencia que tanto nos hiciera sufrir.



El mundo ha dado vueltas y vueltas sin parar,
debes saber que ni recuerdo muy bien tu nombre,
pero la sonrisa que me diste aquella ultima vez,
quedó eternizada en mi mente para nunca olvidar.






22

Paloma de fogón.





Rogelio Arce Barrantes






La moza entrada en años y sin la vanidad, 
que estorba a las mujeres que saben de sufrir,
las mismas que crían hijos, nietos y maridos,
que nunca lloraron ni al tiempo de parir.



Hueles a fogón, llevas en tu pelo el fuego,
que hace que todos sepan lo que quieres hacer,
y haces lo quieres porque tú eres así,
sincera, valiente, llena de realidad.


No entiendes de poemas ni de cantos de amor,
porque no hubo en tu vida tiempo para sentir,
las dulces niñerías de muchachita bien,
fuiste mujer por siempre desde niña, lo sé.


Sabes de amaneceres, metida en la quebrada,
lavando ropa ajena para llevar el pan,
quebrando maíz con piedra, para dar de comer,
a todos en la casa que aún dormidos están.






23


Y sigo tus huellas




Tras tus huellas voy siguiendo ese aroma,
de mujer atardecida que sales del hogar,
buscas sin detenerte aquel sitio para amar,
y nos encontraremos pronto vida mía,
nos amaremos sin tiempo y sin espacio,
estaré metido en ti y tu estarás en mi, 
no habrá ya despedidas ni penas ni ansiedad, 
solo un corazón latiendo para ti y para mi.






24



Te fuiste sin mirar atrás 







Los jacarandás adornan tu paso airoso,
luces esa mirada que nunca se ocultó,
quién podrá verte al mirarte a los ojos,
y no quedar herido de dolor por perderte,
será como querer asir el cielo con los dedos,
o atrapar una nube que nubla el horizonte,
se escuchan los trinos de las aves en el árbol,
el eco de tus pasos levanta tempestades,
sigues con tu mirada repartiendo esperanzas,
cual mendigo de amor pródigo busco,
de tus labios un si extraviado por la fuga,
no logro alcanzar tus pisadas y quedo solo,
sintiendo la orfandad del amor que se fue,
si supieras al menos el dolor que me causas,
tal vez por darme alivio me volverías a ver,
aunque sea caridad: quizá misericordia,
pero podrías redimirme de esta soledad,
que ha causado tu marcha de mi lado,
¡qué solo me he quedado por amarte!,
¡cuan poco han valido mis ruegos, niña mía!







25

Campo o hierba




Después de la tormenta mi alma se acrecienta,
encuentro en tu mirada de campesina pura,
esa inquietud que lleva mi corazón al filo,
de la desesperanza y la tribulación,
traes en esos dos negros luceros:
luz,
que despierta mis deseos y logra iluminar,
el sendero que anoche la tornera ocultó,
para poder tener una nueva ilusión. 
Hoy pude al fin mirar en este amanecer,
la razón de estar quieto y de morir de amor,
has logrado encajar en mi pecho una flor,
que hará brillar mi alma junto al río mujer,
mil veces más tranquilo está mi corazón,
después de la tormenta ha vuelto la quietud,
que tú esperanza despierta con solo aparecer.
El verdor de los prados resalta tu cuerpo,
de ébano esculpido y ternura borrascosa,
salvaje melodía te metes en mi cuerpo,
eres bálsamo salvaje que a las flores,
despierta y su envidia en colores deviene.








26

Rémoras y remeras.



Rogelio Arce Barrantes.





Soportar la verdad algunas veces,
Cuesta tanto como olvidar las penas,
En un atardecer rojizo anaranjado
Lleno de largas y delgadas nubes.


Como cuesta aceptar que no hay retorno,
Que las cosas pasadas ya pasaron,
Que las caras amadas las horas se llevaron,
Que algunas veces el recuerdo es torvo.



Mira que las delicias del ayer: ¡huyeron!
Se fueron escapando a mi mirada
Quedó tan solo la verdad eternizada.



Cánticos de sirenas en la bocaza,
Llenan nuestros oídos de esperanza
Que al final duele fuerte como braza.




27

Musa tu beso y embeleso sufro.



Rogelio Arce Barrantes.




Quiero gritarle al viento de esta noche:
ahí está ella, la muda musa que me hace llorar,
la misma que me abre el pecho justo en mi lecho,
la que me ha convertido en un muerto viviente.


No sé si es un demonio o una Santa, o si ambas
personas a la vez: que me atormenta y embelesa 
que con suspiros logra mi daño y mi curación,
es ambas cosas esa musa dueña de mi razón.


La tristeza no basta cuando llueve, es poco para
soportando poder sobrevivir, extraña y rara.
Cuan lejos la razón se va: dejándome en duda,
no puedo más gritar mi desazón que es muda.


¡Musa! grita la oscura soledad del monte,
mientras mis ojos buscan sin detenerse: 
aquel suspiro que intolerable desea detenerse,
Musa, ¿por qué razón irrazonable me torturas? 





28

Mirarme en tus ojos




Rogelio Arce 


Eternizada en mi retina tu mirada,
quedó incrustada en el fondo de mi alma,
esos tus negros luceros juveniles,
entraron para siempre sin pedirme permiso.


¿Cómo ha podido tan joven mozuela
conquistar este viejo corazón ardiente?
¿Cómo pude mirar mientras mirabas, plena de disimulo y a hurtadillas, con esos ojos negros?


Nos separa un inmenso mar de días,
pero cuando se ama de esta forma, 
no existe el tiempo solo melodías.


Recordarás por siempre esta mirada,
yo haré lo mismo te lo garantizo,
niña mujer que transformó mi nada.





29

Institutriz y musa.




Rogelio Arce Barrantes.




Ella condujo mi mano entre renglones,
dubitativa, temblorosa, inquieta e inocente,
me enseñó a unir letra con letra,
así pude escribir poemas y canciones.



¿Serán poesías, odas, elegías o alegorías?
Por tanto y tanto logré sentirme atado a su mirada,
pese a dejar de ver sus ojos por mil años,
quizá por eso son mis ordalías.



Sedujo al niño aquella institutriz,
¿O fue una musa entre papel y lápiz?
¿Quién sería el niño y quién la niña fue?



Dilema que el otoño se niega a esclarecer,
como todo secreto de amor que suele ser,
ignorado por ambos por miedo a perecer.






30
Amargas penas que alucinan.





Rogelio Arce Barrantes.





Llegando al purgatorio de tus penas,
semblante triste de tus noches largas,
confuso y enrollado en esa carne,
muchas lágrimas derramas muy amargas.



No te formes tormento innecesario,
no existe mal que no tenga su bien,
ni existe bien en liviandad: ¡verás!,
deja irse despacio tus pesares y dolor.



Subir la larga y dolorosa cima,
sin antes haber dado los pasos hacia allá,
es como ir corriendo hacia la sima.



Desaste de los nudos de la carne,
que te atan más fuerte a los dolores,
más no pienses que tendrás redención plena.




31

Reina que las doncellas siempre envidian.





Rogelio Arce Barrantes.




Avanzan sin cesar los años y tu maternidad te dejó encarnada en otro cuerpo: ya no eres la que fuiste sino la que eres: acaso más hermosa matrona convertida en señorial vestal.
Si hubieras elegido otro camino quizá, tú nívea piel no hubiese envejecido: ¿más que sería del vino siempre fresco? 
Cierto que embriagarías igual con tu dulzura, pero sin el bouquet de un tinto cabernet.
Embriágame con tus caricias de madurez serena y bien vivida,
enséñame a vivir nuevos calores de candores vividos a placer.
Los años te han convertido en diamante pulido,
en rosas carmesí que invitan a soñar,
a dejarse llevar de la mano cual grácil e infantil inocente: lleno de timidez.
Puede que no lo creas pero eres la reina que no abandona el reino,
que pese a las princesas juveniles, tú sigues siendo quien enseña las artes amatorias y devuelves en besos los ayeres,
puedes dormir tranquila Reina mia, que ninguna doncella te alcanza.







32

Mujer buscaste en el silencio.


Llevas en tus ojos la herida y desencanto,
que no puedes ocultar haber sufrido tanto,
en cada pliegue de tu piel se oculta un sueño,
en cada sima de piel duerme un desengaño,
entre risas y lágrimas has conseguido vivir,
y continuas soñando con la llegada del amor,
no puedes vivir lejos de las veleidades idas,
tu corazón alberga tantos ayeres vividos,
que han hecho que la vida te hiciera endurecer,
rictus que habla muy bien del dolor y desamor,
olvida que las cosas pasaron y solo vívelas,
fueran o no fueran verdaderas: fueron tuyas,
habré llegado tarde al sendero del camino,
no importa, no es asunto de quedarse o irse,
las veredas se enredan y confluyen hacia allá,
a los laberintos de pasión otoñal teñirse,
con el azul brillante del día después de lluvia,
que trae lo que él alma necesita para irse,
a revivir lo perdido con redoblado ahínco.




33

A ti.




Rogelio Arce 




Con tu aroma perfumas las estancias,
dejas tras de ti un hilo de plata de olor a piel,
cómo quisiera detenerme y entre los páramos,
de tus otoñal encanto: perderme, eternizarme,
dejar que de las simas saltemos a las cimas, 
que en medio plenilunio notes quien eres tú, 
que tanto eres la noche como la luz del sol,
quiero que sepas que no te he ignorado,
quiero que entiendas que eres la menestrala,
con tus manos haces cobrar vida a las cosas,
esas tus caricias añejadas en dulce cava,
hacen que pierda sentido la juventud,
que los años mejores están en madurez,
que puedes despertar los sueños del poeta,
hacer que los instintos se rebelen y salten,
en busca de Afrodita sabiendo que eres Venus,
traes tantos ensueños pegados en la piel.





34


Fruto del Edén prohibido.



Rogelio Arce 





Revelar tus secretos escondidos tras tu ropaje
parece un imposible con que tu alma se quiere y
rebela, dejando poco a la imaginación por develar
esas cimas y simas que gloriosas se muestran
en el otoño de tu vida o vertidas en fruto prohibido
dejando confundida mi atónita mirada que lo busca
para ingresar en ese mar prohibido doblemente.
Eres fruto prohibido por y desde el ayer sin futuro
lo sabes bien y yo también lo sé pero lo ignoro
pues deseo entrar en ese ignoto paraje de amor
que cada vez es más enajenarte y mayormente 
inquietud del sonido del mar en la noche del ayer
que se dispensa sin que se disperse por mi ser
no saber este secreto es quizá tu castigo y el mío
no encontrar la manera de decírtelo a solas y así
poder pasar del éter hasta el ser y pálpito carnal
envueltos en la bruma tibia del piélago oscuro 
con olor de marismas y de mundos secretamente idos
basta que sepas que las verdades son ocultas 
para aquellos que a fuer de no escuchar no las entienden
solo las almas verdaderamente inquietas logran amar
sea o no prohibido el fruto que a su mano se ofrece.









35

Musa que llegas desde el celestial sueño.




Rogelio Arce 




Sobre tus pies perfectos te incorporas saliendo de la nada,
blanquísima tu piel y oscuros tus ojos y tu pelo,
miras sin detenerte en la mirada: apenas como señal atesorada,
es ese aparecer súbitamente lo que en musa te convierte,
inspiración sutil de mil amores en mirada brillante enlazada,
cada día y cada vez tu presencia es más real y tu piel más cercana,
apareces de la sombra emergiendo sin luz logras destellar tu candor,
iluminas mi mano, mi mirada y mi rostro: impones sintonía angelical,
sometes a tus ojos cuanto miras sin obtener dispensa ni favor,
convirtiendo en sonidos el silencio angelical que te antecede.
Música celestial que traes impronta marcada sobre aquella mirada,
que no logré borrar nunca ni cerrando los ojos ni en mi sueño,
te has quedado guardada para siempre, adosada al brillo de mi retina,
no se de dónde habrás llegado viajando entre la bruma de la tarde,
convirtiendo un encuentro inusitado en un cambio profundo de mi estado,
de serena majestad estas revestida y desde ese lugar sigues mirando,
no puedo sustraerme a tus encantos de espíritu, de musa y de mujer.








36

A lo lejos contemplo el bien que me causaste.





Rogelio Arce Barrantes.





Buscabas con ahínco la perfección humana,
oculta entre las ruinas del amor fugaz,
dejaste ir tu realidad perfecta por un enojo,
creíste que todo retornaría  a ser perfecto, 
pretendiste tener entre tus manos la magia, 
que solo existe allá en el pensamiento,
y de pronto perdiste capacidad para entender,
que hemos llegado a este mundo a aprender,
que sufrimiento y dicha: lágrimas y risas,
encarnan nuestro largo proceso de vivir,
que hay que pasar por el mundo batallando,
unas veces perdiendo y otras veces ganando,
nadie pierde ni gana sólo camina el karma,
que no existe bien perfecto ni mal completo,
la mezcla de los dos nos hacen ser humanos,
el nacer y el morir son ambos parte del existir,
no por eso creemos que sean error u horror,
el amor se compone de una parte y la otra,
que se van hilvanando y acaban dibujando,
la ruta de la dicha y la pena compartida,
la obligación que cada alma lleva dentro de sí,
para lograr tener por terminado el largo o corto trecho,
que nos toca vivir para cumplir la fase de madurez,
terminaste cambiando amor por algo peor: tarde fue,
que supiste que hay equivocaciones que enseñan,
más no habría tiempo de recapacitar ni de llorar,
de lejos contemplé tu amargo sufrimiento: sin llanto,
ya no podía llorar porque gracias a ti encontré mi mitad,
diferente, es verdad, pero intensa y felizmente vivida,
y te lo debo a ti y tus caprichos que no lograron apagar,
la sed de amar que traía dentro de mi corazón atada.
Hoy te debo aunque tarde un agradecimiento por hacer,
de ese tramo a mi vida un puente de plata hacia el cielo,
se que no lograrás escuchar este grito de gracias y quizá,
no existan reencuentros que logren conjugar a las almas,
que hicieron posible que se lograran tantas cosas juntas,
después de errores que tan caro se pagan y enseñan,
a quien sufre y a quien goza de esos dislates de amor ido.
¿Qué podríamos saber si una locura es la vida en sí misma?






37


Ojos que ocultan otros ojos




Rogelio Arce Barrantes 





Las pocas nubes que dan forma al horizonte,
recuerdan muchos rostros muchas formas,
se deslizan deliciosamente de frente,
sin quitar ni poner mayor belleza solamente,
maquillan el azul perennemente azul,
que nos impone el sol con su brillo y calor,
ellas igual que los amores pasan y se irán,
sin dejar acaso recuerdos nebulosos,
como tantos amores que pasaron no volverán,
llegando y marchándose sin apenas decir,
una breve palabra que se irá con la brisa,
que quedará impertérrita en la almohada,
desdibujando la silueta de enigmático ser,
después de amanecer empieza un nuevo caminar,
buscando entre siluetas los rostros extraviados,
solo unos ojos han quedado impregnados,
en su pupila inscritos para siempre jamás,
con un extraño acontecer en su interior,
figura de aquel ser que le tomó la foto,
eternizándose en los ojos de esa amada,
musa de terciopelo y de cristal formada,
que nunca sabrá que fue su tierna inspiración,
que fuiste pasión de corazón sueño inocente,
que llegaste sin querer y sin saberlo ya prisionera,
de otros brazos y de otro amor estabas.







38

Apareces un día de la nada





Rogelio Arce 




El dolor no pudo oscurecer tus ojos misteriosos 
Transida en el silencio quedabas tras su ida
Un corazón vacío no se puede ocultar
Y apareces de pronto con tu mirada triste
Que invita a la pasión dulce y profunda 
Creyendo que tus ojos no alcanzaban
Me limité a mirarlos desde lejos callado
Pensé en la noche tu silencio al mío atado 
Amanecí sabiendo que existe comunicación 
Desconocida más no menos intensa 
Entre almas que nacen bajo un mismo signo
Que transitan por el mundo buscándose
Desde la eternidad y hasta la eternidad 
Sin prisa y sin angustia caminando veredas
Que únicamente entre sueños se tejen 
Esperando el momento de un encuentro
En el físico mundo de las irrealidades
Nada es azar en este mundo de sorpresas
Se llaman las almas en el mayor silencio 
Y entienden ese leguaje secreto sin palabras
Poblándose de ensueños muy distantes 
Caricias que entretejen de nubes el amor
Hilan las hilanderas con hilos de plata 
Un lazo que ata a los dos solitarios y mata
La tristeza de ayer desaparece y vuelve
Vestida de miel y redoblada la esperanza 
De un nuevo amanecer entre otros mundos   
De amores que atormentan y embelesan 







39

Arborescente luz 





Rogelio Arce  





Arborescente ritual de caricias perdidas,
ocultas tras las brumas del alma de la musa,
siguen como un cortejo las sombras de la ida,
trayendo con las hojas recuerdos del ayer,
si pena inmaterial trae la bella vestal,
en gruta convertida hasta el amanecer,
cuando las sombras comienzan a desaparecer,
develadas por el sol que oculta la oscuridad,
y es que ese manantial solo puede brotar,
cuando vuelva la noche a ocupar el lugar,
cada rama un abrazo y cada hoja un beso,
dado sin cortapisas y entre los dos disuelto,
brota ese aroma que dejas al desbrozar,
dejando que los hilos de estrellas te lleven,
te traigan: te calmen y te agiten en tu mar,
conviertes sin saberlo las nubes en riachuelos,
las secas hojas que caen en animados velos,
ocultándolo todo entre el hoy y el ayer,
anoche dejaste sin saber tu aroma aquí metido,
profundamente mío entre mis manos,
se va saliendo como arena dorada para amar,
convertido en sutil recuerdo por llegar.

  



40

Fruto prohibido 




Rogelio Arce 







Estando aquel día en el Edén contigo,
eras el fruto del árbol prohibido del bien y del mal,
de tus labios mordí ese fruto que me diste, 
ya no hubo paz otra vez en mi alma y se fue,
lentamente de mi lado por siempre la calma,
había cambiado ese idílico estar por un rato, 
eras mi perdición para la eternidad que serías,
la paz perdida: paz nunca
recobrada,
en esa soledad del nuevo páramo viví,
sin hoy ni ayer, mañana o esperanza,
te habías ido junto a la tentación del alma,
dejándome por siempre dolorido y solo,
ya nunca mas por más que la buscara,
vendría a abrazarme la dulzura de la calma,
ese vacío interior de nuestros errores,
nos acompañan siempre por querer ser amado,
sin embargo el instante del dulce mordisco,
bien justifica nuestra soledad y dolor,
nos acompaña en la distante selva del amor.




41

Gema oculta tras la bruma.




Rogelio Arce 




En tu vasto campo de dicha transido,
siento perder mi aliento más no mi ansiada meta,
y es que al solo mirarte la primera vez,
supe sin proponerme que buscabas amor,
que esas ansias ocultas tras tus ojos,
traían cultivadas rosas rojas en manojos,
y las tormentas que movían ese coloso,
no habían nunca tenido la mano salvadora,
que hiciera que brotaran de tus entrañas,
sin quererlo siquiera demostrar tu calor,
cuál fieras ígneas piedras saliendo del volcán,
brotando por tus poros que con intimidante,
flujo de las galaxias lograrás darme muerte,
más no morir por ello más que al tedio vencido,
timidez que te oculta como el lodo al diamante,
hasta que llegue el hábil joyero a liberarte,
a darte forma y puliéndote te convierte,
en codiciada gema de tonos multiformes,
que otros ojos no ven porque estabas oculta,
a la vista del común carcelero o la envidiosa amiga,
que te intuía como perla escondida brillante musa mía.
Quizá no entiendas que esa musa eres tú,
solo soy quien describe lo que mis ojos ven,
sucede que se ignora por temor o pudor
lo que te canta el poeta desde la lejanía,
sin que eso signifique que pretendo jugar,
tampoco es mi intención prejuiciosa juzgar,
tan solo se que no puedes pasar sin ser notada.




42

De moza a musa: transfigurada.






Rogelio Arce 




Rodeada de silencio te fuiste de mi lado,
así mismo llegaste a ocupar el lugar vacío,
que descubrí aquella mañana en el rocío,
una flor, una planta y un rayo de luz,
como todas las cosas y todas las musas,
llegas y llenas el espacio para irte después,
oculta entre los gritos del lejano silencio,
eterno destino que envuelve al alma siempre,
seguiré escrutando el horizonte buscándote,
aunque nunca regreses y se seque el tintero,
ya dejaste en mi pluma una historia de amor,
sea verdad o fantasía es la historia de hoy,
mañana llegará la siguiente ilusión-página,
convertida en mujer y amaneciendo despacio,
pasarás otra vez a travez del cristal como luz,
que llega da la vida y se marcha después,
haciendo siempre ese eterno retorno,
crisálida anodina en azul de mariposa,
convertida solo para empezar el vuelo,
fugaz y entretenida buscando el universo,
donde regresarás convertida  en un verso.





43

Desde la arena hasta el cielo 


Rogelio Arce


Donde se funden el cielo la tierra y el mar,
mientras va pasando lento el tiempo,
arenas que invitan mi alma a adorar, 
amar sin tiempo y sin prisa pisando lento,
la sombra de tus recuerdos idos en la noche,
mientras me deleito en la arena húmeda,
regresan las remembranzas de aquella niña,
que se fue convertida en ilusiones y dicha,
al más allá llevarás por siempre mi canto,
los ángeles serán mis emisarios y cruzarán,
la barrera del tiempo y el espacio para llegar,
con este manojo de recuerdos a decirte,
que te fuiste antes de tiempo dejándome,
rodeado de ensueños en los atardeceres,
pero con certera convicción de un 
mañana,
donde no habrá ayeres ni recuerdos ni dolor,
ese lugar será un eterno verano de cielo,
ahí no pensaremos ni sentiremos tristeza,
será tan solo nuestro para la eternidad.






44


Dorada Ninfa adorada.









Rogelio Arce 






Pensé que con la lluvia volverías,
a sentarte quieta aquí a mí lado,
que equivocado estaba niña mía,
te habías ido trémula y silenciosa,
ocultando tu rostro entre tus manos,
ya no querías más mi musa ser,
temías al encuentro de dos mundos,
y sin ser la Ninfa Eco huiste de Narciso,
tenías tan solo un leve resplandor,
que daba el agua frente a tu mirada,
no hubo tiempo de contemplar el día,
la boca de la noche te escondió entera,
oculta en el silencio te marchaste,
sin querer sufrir más por un amor.
Y yo que te creía tan cerca de mi,
no pude más que verte lejos irte,
tapándote con la mirada tu desnudez,
alma sincera que muestras todo el ser.
Solo una vez se sufre, quizá dos más no tres,
la experiencia te enseña que huir sensato es,
vendrá la seca estación veraniega a mi pluma,
pero al fin serás libre después de ser crisálida,
ahora monarca que bañas los cielos en tu vuelo.






45

Yo no soy yo, soy mucho mas que eso.






Rogelio Arce Barrantes 



Yo no soy yo, yo soy mi madre somnolienta,
entregándose en manos de la muerte,
sin las cacofonías del temor,
esa tarde de sábado sombrío y caluroso

yo no soy yo, soy la ultima mirada de mi padre
que entre temor y asombro, cerraba lentamente
sus ojos angustiados entre sudor y frio
aquel postrero y ventoso día domingo

yo soy mi hermana, que entrega suavemente 
su virginal ayer y sus desvelos
su letargo y agónico destino
sobre la que que Francisco llamara hermana muerte.

no, no soy mas que el recuerdo de otros muertos
que dejaron su huella entre mis manos
que me dieron la mano y quizá mas

no, yo no soy mas un vivo entre los vivos,
soy un ser mas entre fantasmas que me gritan
desde todos los puntos cardinales.




46











Ojos de soledad.





Sola con tu cruz a cuestas vagas por las calles
Tu rostro muestra los signos del dolor que te causó 
Aquel a quien entregaste tu núbil cuerpo por amor
Te usó como quien usa y tira un viejo papel  sucio
Soportaste ese infierno protegiendo a tus hijos
De nada te valió pues ellos mismos alzaron sus manos
Para golpearte y echarte de tu casa apenas con tu ropa
Caminaste infeliz por muchos lados y no había mano
Que te tendieran para darte ayuda solo a ti te buscaban 
Para acabar de marchitar tu carne a cambio de un insulto
El pudor terminó aquel amanecer que vendiste tu cuerpo
Él hambre es mala consejera yo lo sé y no podías estar
Sumida en días de insomnio y sin comer acosada por ellos
Los que siempre saben donde atacar y buscar la débil 
Madre dejada en manos del dolor por un marido que busca
Otro cuerpo más joven para satisfacer sus más bajos instintos 
Tus hijos dejaron de pensar en ti y se marcharon a vivir lejos
¡Que sola te has quedado en este mundo! ¡Eres sombra de ti!
Ya no te importa quien use tu cuerpo y humille cruel tu alma
Caminas por las calles buscando que comer y donde pernoctar 
El brillo de tus ojos no han podido apagar con esos sufrimientos
Tu miras con bondad y aún muestras ese amor cristalino del ayer.





47




Dentro de la tristeza de la muerte.




Largas y concatenadas en hilos de plata
Abandonan la nostalgia fría del amanecer
Tus lagrimas lavan los errores del
ayer
En horrores convertidos siguiendo tu sombra
Que camina a la diestra entrelazada 
Junto a mi destino vas sin atrás mirar
Temes convertirte cuál Edith en columna de sal
Y no logras vencer tu deseo de saber 
Lo que no debes ni puedes de esa forma conocer
Me acompañas te acompaño un trayecto 
Largamente imaginado entre nubes de pasión
Un estrecho recorrido donde los cardos 
Más que las piedras maltratan tus pies
En una larga y penitente marcha purificando
Lo pasado y lo futuro lo presente y lo que fue
Sonríes en el silencio que solo los muertos tienen
Llevando en tus manos rosas rojas del recuerdo
Del amor primero y último del amor que nunca fue
Podrías haber elegido pero no quiso el destino
Cautiva a un dolor quedaste atada sin voluntad
Perdiste en aquel encierro el deseo de vivir
Te robaron alma vida y corazón: te robaron la razón.




48





Pasión en el silencio 



R.E.Arce



Pasión desbordada por la soledad y el punto
Que agita los cuerpos en un calor entramado 
Donde lo que importa es solamente la caricia 
Esencia que nutre cuerpo y alma y deja ese sabor
A cuerpo, a sudor, a vida y fuego marcadas por 
Querer sentirse amado entre brazos desconocidos 
Abrazando de esa forma una forma que no es forma
Solo ese sentido de calor humano compartido entre
Dos informes formas entrelazadas sin prisa ni rubor
Deletéreas las figuras se mueven en contorsiones
Placenteras y plenas de una demencia febril 
Que tarda más que un suspiro buscándose entre sí
Devuelven y entrelazadas se sienten una a otra palpitar
¿Se repetirá otra vez ese encuentro clandestino azaroso?
No lo saben, más lo intuyen entre incomprensibles gestos
Que acarrean cada instante más ardor hijo del fruto prohibido.



49


Un póstumo adiós 



Rogelio Arce 



Como una monarca te elevaste al cielo
Tus alas desplegaste y surcaste el infinito
No pude decirte adiós ya lo había dicho
Muchos años atrás me di la vuelta para 
No volver a ver tu cara jamás y dejar 
Cerrado aquel capítulo en mi vida y la tuya
Pasaron cuatro décadas de ausencia
Antes de tu vuelo nupcial en busca del eterno
Los únicos que quedan en silencio somos 
Los que nos quedamos en este mar turbulento 
Esperando el momento de emprender la partida
Qué solos se quedan los muertos he creído
Pero no será tu caso rodeada de ángeles
Aunque nunca pudiste saborear el amor
Si bien sembraste el campo de margaritas
No lograste deshojar la que te decía verdad
Buscaste en otros brazos ahogar tus ilusiones
Supe que habías errado el camino y callé 
No tenía ya sentido regresar las manecillas
El tiempo se había ido no hubo final feliz
Hoy brindo por tu recuerdo en silencio
Dos vidas que se cruzaron en varias ocaciones
Tenían que decirse algo que solo ellas entienden
Un mensaje o enseñanza o rectificación 
Que el infinito usa para limpiar el ayer
Dando pureza al diamante y guardando
Para la eternidad las inconclusas explicaciones 
Te fuiste y lo sentí porque era parte de nuestro ayer
Ahora no he sufrido porque todo acabó
Para recomenzar en otra dimensión lejana
Volverás-volveré  quizá en otro universo
Entenderemos ese transe que nos hizo vibrar.


50


Desde la arena hasta el cielo 


Rogelio Arce


Donde se funden el cielo la tierra y el mar,
mientras va pasando lento el tiempo,
arenas que invitan mi alma a adorar, 
amar sin tiempo y sin prisa pisando lento,
la sombra de tus recuerdos idos en la noche,
mientras me deleito en la arena húmeda,
regresan las remembranzas de aquella niña,
que se fue convertida en ilusiones y dicha,
al más allá llevarás por siempre mi canto,
los ángeles serán mis emisarios y cruzarán,
la barrera del tiempo y el espacio para llegar,
con este manojo de recuerdos a decirte,
que te fuiste antes de tiempo dejándome,
rodeado de ensueños en los atardeceres,
pero con certera convicción de un 
mañana,
donde no habrá ayeres ni recuerdos ni dolor,
ese lugar será un eterno verano de cielo,
ahí no pensaremos ni sentiremos tristeza,
será tan solo nuestro para la eternidad.



51




Solo a ti





En tus labios de rojo atardecido miré
Esos suaves contornos que invitan a amar
Convertida en rosa sensual de mil sabores
Eres como una Venus emergiendo del mar 
Que daría por poder aunque fuese una vez
Adorarte en el templo imponente de tu cuerpo
Darte la oportunidad de ingresar al paraíso 
Entre mis brazos tú y yo entre los tuyos
Unidos fuertemente uno con otro para no naufragar
Sintiendo el paso de la bruma en nuestros rostros
Eres la musa que esperaba desde joven
Yo soy tu sueño convertido en realidad.


52







A ti, señora...




Ante mis ojos se dibuja la figura de mujer
Que entremezcla ternura y férrea pasión 
Eres un ser que apareció desde el cielo
No te conocía pero te intuía y estabas
Metida en mi como un mantra recitado
Por siglos de siglos y de pronto se juntan
Nuestros caminos para hacernos más felices
Esa deuda que el infinito tenía con los dos
Lo llena este encuentro entre tú y yo
Buscábamos algo y no sabíamos qué 
El vacío que silenciosamente nos llenó 
Se tejió  en la nada del destino mutuo
Para dejarnos soñar uno con otro y amar.




53



Dentro de ti llevas ya algo de mi 
Yo llevo dentro tu mirada y tu pasión 
Las cultivaste con tus silencios y tus sonrisas
Ese tul negro que muestra tu belleza
Oculta solamente por el atardecer 
La palma que te adorna se rinde a ti
Como un hada madrina que cómplice 
Te acompaña a mostrar tu espléndido 
Voluptuoso y sensual maternal cuerpo
¡Cómo quisiera perderme ahí arrullado!
Que me cuentes los cuentos más dulces
Que oyesen los marinos en Escila y Caribdis
Cuando buscaban tu regazo como tierra prohibida
¡Cómo te busco yo sediento de tus besos!
Búscame por la noche entre tu almohada
Ahí estaré esperando que me cuentes
Todo sobre tu vida que yo te contaré
Lo que quieras saber, divina musa mía.



54





Saudade que vienes y te vas





Rogelio Arce 






Saudades que me llegan en soledades
Convertidas en bien que duele y mal que se disfruta
El horizonte se disuelve en colores azulados 
Cómo cambiar la verdura del bosque por ese gris
Metálico azulado que la mañana me devuelve
Para que pueda comprender que ayer fue un hoy
Mañana llegará a ser un ayer cuando 
Las horas y los días se sucedan entre sí
Y volverá un recuerdo: ese recuerdo que viene y va
Siempre habrá en el alma la ansiedad 
Que solamente nos trae un saudade 
Y solamente lo entiende quien lo sufre
Cuánto ha pasado frente a mis ojos tan veloz
Que me ha dejado este dolor que se goza
Y me ha dejado este placer que se sufre
En la retina quedaron impresas tantas caras
Entre mis labios se tatuaron tantos besos
De tantos amores que en el embeleso
Pasaron lentos por mi vida desde niño 
No podría sentir aversión por lo que fue
Ni sentir saudade por aquello 
que no fue y nos llena sin más
De ese gusto amargo por las cosas perdidas
Pero por fin nos lleva a recobrar 
Aquella paz perdida una vez y
que otras más se dejó manejar
Por los caprichos de una cara bonita 
Que nos miente y trasforma sentir por ilusión 
Robando de esta forma la calma al corazón 
Pero ya te marchaste y me has dejado 
Plácidamente en quien siempre debí ser.

56




Noche que abrazas la soledad y el tiempo.



Imperante exasperantemente lleno de desasosiego 
La sórdida soledad de la sordina que evoca
El mudo sonido de las gotas del sereno
Que calman el hastío del calor tropical
La almohada que conoce mejor que yo mis penas
Mi piel que se adhiere entrelazada a ella
Asida cual náufrago errabundo desesperado
Que cree en medio océano escorar en la playa
Aunque presiente que no habrá playa ni nada
Donde pueda estar a salvo de su
inútiles saudade
Recorro con mis dedos la suave sábana 
Que me abraza con el pudor de la sabana
Es un tedio escuchar en la mente los segundos
Que silenciosamente me recuerdan el reloj de mi pueblo
Trémulamente inquietan a mi cansada mente
Las sombras que mi mano proyectando
En la pared dibuja desdibujados terribles
Desfigurados espectadores caras del ayer
Confusamente van impregnando mi ser
Confusamente me envuelve el sueño 
Me deja impávido el sonido físico de mi corazón físico
Que sueña mientras late perezosamente 
Entrando al reino eterno del dios Morfeo.





57



Musa del sol naciente




Saliste del Levante buscando un paraíso
Has llegado al Poniente y brillas con tus ojos
Delgadas ventanillas que muestran tu inocencia
Aunque dejaste atrás la virtud de vestal
Sigues sonriendo plácidamente con los labios
Que invitan llamando al amor pagano
Enciendes el fuego del amor sin saberlo
Porque llevas por dentro milenios de cultura
Esa mirada que trasluce transparente 
Encoge el alma de quien se atreve a verte
Enloqueces a aquel que te mira y escucha
Sigues siendo una niña en mujer encarnada
Que buscas un Romero que cobije tu sol
Luchas y sin dudar te afanas por tus ramitas 
Que cosechaste como un verde abedul 
Seguirás caminando en tu espíritu hacia Poniente
Caminando llegarías otra vez al Levante
Estás a tiempo de sembrar un amor 
Espero embelesado tus labios dulces 
Musa que llegaste desde lejanas tierras
No dejes que te ahogue la angustia lejana
Que viene desde lejos arrebatando paraíso perdido.




58



Transubstanciación del amor





Saudade que traes el alivio a mi corazón 
Porque has llegado envuelta en noche 
Los gritos del silencio te preceden y anuncian
Penetras por mi piel tatuándote con tinta dulce
Ahí siento tu presencia que me adelanta
En esta noche  entre sueños y presagios
Se que has llegado para nunca marcharte
Metida cómo estás entre mi piel y mi alma
Serenamente te desprendes de sortilegios
Para ser un ser etéreo encarnado en mi piel
Naciendo de mi mente te nutre mi pasión 
Has dejado tu cuerpo como un inútil traje
Que ya no necesitas metida en mi interior
Has dado el paso: pasando de carne a espíritu
Y de espíritu vienes a formarte en mi carne 
Me llenas por completo de tu intangible ser
Ya no puedo ser yo únicamente y solo
Ahora somos dos almas metidas en un cuerpo
Sin tiempo y sin presencia que nos importune
La eternidad es nuestra desde esta vida 
Caminaremos juntos senderos siderales
Conversaremos por siempre contándonos 
Lo que siempre supimos y quisimos oír
La eternidad es nuestro modo de ser 




59



Atardecer que inspira el amor




Entre suspiros y besos nuestras almas
Cómplices de nuestros cuerpos se entregaron
Sin pudor y sin recato al amor desmesurado 
Logramos detener ambos el tiempo: y el sol 
En su ruta de evasión se transmutó en 
Una luz sin prisa espacio ni brillo por los dos
Cobijando con su inmovilidad los desmanes
De dos cuerpos alterados en su esencia 
Entregados al amor despreocupado y fúrico 
No hubo memoria por muchos años en ninguno
Quedó ahí plasmada en su momento 
Aquella eternidad compartida que nos llegó 
Sin querer ni quienes fuimos sin saber
Siquiera el nombre uno del otro prisionero
Entre nubes de silencio y de ausencia
Se llenó de amor la estancia y medio siglo
Pasó oculto en un rincón tu mirada y la mía
Resucitó con un sueño de una tarde de verano
Al sopor irresistible de la siesta de la tarde
Apareció aquella imagen oculta por tantos años
Donde dos seres se eternizaron uno en el otro.

60


El silencio de la vida



En la barca solitario te sentí 
Mientras el viento arrebataba la vela
Tuve miedo: mucho miedo de no poder contar mi agonía


Ese silencio obligado que me hizo pensar en mi
Que me cubrió la memoria para siempre 
Que me hizo envejecer callado mirando el cielo


El silencio que me impone la vida y la libertad
Rumiar los sentimientos sin sentido sin razón
No poder llorar porque basta mirar hacia adentro 
Sin temor y sin rencor como se mira en silencio


Claro que tuve miedo y lo confieso
Miedo de ver sin poder mirar ese vacío
Que muestra el alma desnuda cuando sufres
Cuando silenciosamente caes en cuenta
Que la vida es quien gobierna: tú ni agregas ni restas.



61



A ti niña-mujer



Oculta tras el brillo de tus ojos me miras
Penetras a través de mis pupilas y caminas
Despacio con tus menudos pies en mi interior
Pisando suavemente el suave interior mío
Tomas lugar en todo mi ser y desde ahí te siento
Como despiertas lentamente mi pasión
Se trasforma el silencio en mi interior 
Y brotas con furia de huracán abriéndome
En todo el cuerpo el apetito del amante
Que solo tú despiertas niña mía en mi
Hieres el silencio con ahogados suspiros
Que brotan desde tu alma convertida 
En una parte mía injertada entre mi carne
No se ni donde llegas tú ni dónde empiezo yo
Somos un solo ser transfigurado en pasión
Ocultos en mi cuerpo amamos sin descanso
No nos damos tregua ni queremos silenciar
Esta pasión que nos embriaga y embelesa
Gracias por tu mirada vida mía y por tu vida.




62



Señora mala (Malú)




Las largas horas que he pasado solo,
en este mar de angustia sin saber de ti,
las nubes hoy llovian sobre el mar,
y asi en mi alma habia menos luz.

Sentía morir despacio y con dolor,
no estabas tu y solo me sentía,
me parecía que la vida misma,
era algo simple que no merecía.

Asi pase dos dias en silencio,
y medio de una jungla de tristeza,
mitad dormido y mitad ausente,
porque creí perdido tu amor por siempre.

Ha retornado a mi la dulce briza,
llega corriendo en medio de la prisa,
con solo tres o cuatro frases, 
me has dado vida en esta fresca noche.




63




Indómita amada mía 



Conocerte fue un regalo del destino
Don precioso del espíritu que llega a mi
Dándome por completo esa firme y blanca
Piel qué embriaga mis sentidos y transforma
La pasión en paz y el amor en caridad
Desde tus ardientes labios que queman
Los míos y en un beso trasmiten la vida 
Que crean un nuevo mundo mientras 
Gira a mi alrededor la mundanal crudeza
Que hace que quiera morir pegado a tu sabor
No saber más de nada ni de nadie y soñar
Despierto y entre brumas de mis sueños
Miro esos ojos de miel que me atraparon
Cautivo quiero estar en la cárcel de tus brazos
Morir encarcelado pegado a ti es vivir 
En un mundo que trasmite eternamente
Verdades que solo tú y yo sabemos 
No me pidas que te deje pues no podría 
Alejarme de ti que eres la otra parte de mi
Sería imposible porque somos uno solo 



64



Soñarte despierto o dormido 

(Ser o no ser)


Aunque me has llevado más allá de la realidad
Aunque me haces dormir serenamente 
Debes saber que algunas noches
insomne 
Solo saberte allá lejos dormida me
da paz
Siento envidia de las sabanas que acarician
Ese níveo cuerpo que me trastorna 
Que con mirarlo solamente me transforma
En poeta que presto a cantarte un canto dulce
Destila lentamente un verso más para su libro
Pero lo envía a quien le roba el sueño
Para que mañana en la mañana al despertar
Entre sábanas tibias que besan tu piel
Sepas que algunas noches las duermo 
En una insomne comatosa noche vigil
Que me hace recordar que existen muchas vidas
Muchos mundos y muchos universos
Que regresaremos uno en la vida del otro
Muchas veces: innumerables veces 
En otros cuerpos y en otra materia para concluir 
Este sueño de amor que hoy vivimos 
Que vivimos mil veces en otros mundos
Solo el recuerdo nos ata y nos hace volver
Cada vez diferente y todas iguales, almas gemelas 
Que se perseguirán por siempre no importa dónde 
Cómo ni cuándo pero volverá a ser nuestra vida




65



Otros brazos otras vidas


Rogelio Arce 


Tuve un instante la mirada fija en el espejo
Ante mi se encontraba ella vestida de blanco
Como para una boda: coronaba su mano un ajuar
Su sonrisa era la misma que había visto y amado
Me sonrió cuando le sonreí como en el hospital
Cuarenta años atrás esa sonrisa de resignación 
Sencilla y dulce: la misma de siempre 
Volví la cara y ella la volvió a la vez
¿Estaría huyendo de mi o yo de ella simplemente?
No lo sé y quizá jamás lo sepa acaso regresará 
Convertida en muchos hinojos de flores blancas 
Estaba otra vez frente a mi y me miraba 
Trate de alcanzar su mano en el espejo
Me devolvió la mano mía extendida 
La miré a los ojos y sonreí tontamente
Ella me sonrió y su rostro se enrojeció 
Acabamos de cruzar los límites de la razón
Pasamos a través del tiempo y el espacio
Los dos sonreímos de nuevo y ella contestó 
Al gesto mío de alcanzar su mano 
Extendió la suya y me tocó con suavidad
Estremecido sentí un calor conocido 
Era ella quien regresaba o quizá nunca se fue
Le pregunté cómo había estado esos años
Dos años habían pasado y quería saberlo
He estado bien, ahora te miro cuando quiero
Ya no me manejan las leyes físicas
solo el amor 
Fue iluminándose su rostro y
desapareció 
Quedó un olor a lirios en la habitación
Me senté en la poltrona y recosté mi cabeza
Adormilado soñé que volaba muy lejos
Estaba en un lugar desconocido con mucha luz
Apareció de nuevo junto a mi radiante
Traté de asirla de su mano más fue en vano
Me desperté sudando mientras sentía
Que había sido una ilusión mi fantasía





66



El hombre gris



Rogelio Arce


Conocí en un hospital rural a este hombre 
Me llamó mucho la atención su discreción 
Entre un gran número de cirujanos plenos
De soberbia y engreída personalidad y ego
Estaba este hombre gris, quien sería ejemplo
Que al paso de los años nunca decayó y no unió
Años más tardes al trabajar juntos, un mundo 
Diferente nos acercó mucho y pude conocerlo
A fondo, aquella personalidad mostraba su ser
Envuelto en sencillez y soledad, espíritu consternado 
Su paso fue fugaz hasta la muerte de la cual fui testigo
Mantuve una larga conversación premortem una tarde
Antes de descarnar pude ver en su cara gris el miedo
Ni mil palabras de convencerle sobre la salvación
Fueron capaces de romper ese miedo por morir
Es que yo fui pastor por muchos años, me dijo.



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